Pages

Carlos V en Yuste

RETIRO Y MUERTE DE CARLOS V

    Carlos y sus hermanas abandonaron Flandes el 17 de septiembre de 1556 con rumbo a Cantabria donde llegaron el 28 de septiembre a Laredo. Los barcos iban cargados de piezas de oro y plata además de la colección de cuadros de Tiziano que poseía Carlos.

Decidió retirarse a España, aunque fuera amante de su tierra de nacimiento, Flandes. Volvió a Yuste donde ya había estado con su esposa Isabel. El clima más templado y menos húmedo que el de Bruselas le empujo a ello. Con su llegada a España, Carlos partió hacia Burgos con sus hermanas que seguían tras él. Se dirigieron a Valladolid donde fue recibido por la corte y los nobles. Allí conoció a su nieto Carlos. Prosiguiendo su camino hasta llegar a Jarandilla. Se hospedó en la casa del conde de Oropesa hasta que terminaron las obras en el monasterio de Yuste el 3 de febrero de 1557.

Carlos quería alejarse de todos los deberes políticos, continuamente decía que estaba retirado. Aun sin embargo en marzo de 1558 cuando los electores accedieron a que Fernando fuese en nuevo emperador dijo, “A ya, no soy nada”. Durante su estancia en Yuste no le abandonaron sus enfermedades, pero su aspecto era bueno, seguía siendo un gran comedor, y estaba incluso gordo. Muchos nobles querían conocerlo, pero salvo pocas excepciones se negaba a ello. Carlos tenía una reducida corte de unas 60 personas y ocho habitaciones, lo que hacía que cuando sus hermanas venían a visitarlo se hospedasen en Jarandilla en la casa del conde de Oropesa, al no tener habitaciones para invitados. 

Estatua de Carlo V en Granada

Desde su estancia en Yuste tenía más relación con su nieto Carlos. Lo conoció en su visita a la corte en  Valladolid, y no le dio buena impresión. Las noticias que llegaban de él no eran nada aragüeñas. Tenía un carácter muy excitable e inestable y no era aplicado en sus estudios. El príncipe Carlos mostró mucho interés en su abuelo y en mantener contacto con él.

Sobre su otro hijo Juan, Carlos no quiso nunca reconocerlo, posiblemente porque no quería que ello supusiera ningún impedimento para su hijo Felipe. Su educación estaba al mando de Luis de Quijada, llevando en secreto su paternidad incluso cuando era un secreto a voces.

En el panorama internacional la alianza entre Enrique II y el papa Paulo IV le preocupaba hondamente, siguiendo los acontecimientos muy de cerca. La correspondencia con el rey Felipe era continua. Esta preocupación no desapareció hasta la victoria estratégica de San Quintín, donde el viejo Emperador anheló que Felipe no llegase hasta Paris.  

Dentro de España el tema que le tuvo preocupado fue la aparición del protestantismo en la católica Castilla, único reino donde las tesis de Lutero no habían encontrado seguidores. Carlos se mostró férreo defensor del catolicismo y clamó que se actuara con dureza contra los luteranos, contrastando con su tibieza mostrada durante tantos años en Europa.

Carlos enfermó de paludismo y las fiebres apagaron su vida. El 21 de septiembre 1558 Carlos fallecería en Yuste con el crucifijo con el cual murió se esposa Isabel. Fue un año repleto de fallecimientos. Sus dos hermanas que regresaron con él a España se quedaron en Valladolid, visitándolo en septiembre de 1557. Leonor pudo acceder a ver a su hija María casada con Juan III de Portugal, pero esta no quiso vivir con su madre, lo cual llenó de tristeza a Leonor que fallecería en Talavera de la Reina Badajoz el 18 de febrero de 1558.

María de Hungría regreso a Yuste para informar a Carlos de la muerte de Leonor. Se instaló en Cigales, Valladolid, donde recibió la visita de Carranza el arzobispo de Toledo, por orden de Felipe pidiéndole que regresase a Flandes para hacerse cargo de nuevo del gobierno. Pidió consejo a Carlos y este le apoyó en ello, y en septiembre  de 1558 aceptaría el cargo. Pero tras la muerte de su hermano cayó en depresión, y aun preparado un barco en Laredo para transpórtala a Países Bajos, moriría el 18 de octubre de 1558.

María de Tudor, esposa de Felipe II, también moriría el 17 de noviembre de 1558. Ante la coincidencia de velatorios, Felipe mandó al duque de Saboya a Inglaterra a presidir los funerales de estado por su esposa.

Felipe no entró a Bruselas hasta que no se preparo la ciudad para el funeral de su padre. El 29 de noviembre una procesión encabezada por Felipe II y nobles de Flandes, España y el Imperio. Eran seguidos de una multitud de ciudadanos inundando las calles de Bruselas con cuadros representado las victorias más grades de Carlos con frases como, “África aplastada, Güeldres capturado, el mar asegurado, Tremecén protegido, Suleiman expulsado”, “un nuevo mundo descubierto, Milán recuperado, Alemania y Bohemia pacificadas, el Morea y Corón capturados, Túnez tomada y reforzada, los cautivos liberados, la fe implantada en las Indias”.

Durante su vida Carlos no hizo ostentación desmedida, no se construyó enormes palacios, no acumulo grandes joyas, incluso no tenía un gran capital propio. Salvo una pequeña colección de cuadros y enseres. Sus últimos ahorros los mandó entregar a la madre de Don Juan, Barbará Blomberg. Fue siempre un personaje respetado, admirado y temido por sus enemigos, Francisco I como ejemplo más claro. Fue una persona que a pesar de estar continuamente en guerra siempre la quiso evitar, tanto con Francia, cediendo siempre en los tratados de paz, incluso cuando estaba en enorme ventaja en los campos de batalla, como en el Imperio, donde trato de reconciliar a las dos partes, aun siendo de creencias religiosas católicas. Sabía que lo primordial era evitar la fragmentación de Alemania, algo que no pudo lograr, pero desde la paz de Augsburgo si hubo una convivencia entre católicos y protestantes que duraría 80 años. También supo retirarse, algo inusual en aquellos tiempos, cuando se dio cuenta que entorpecía las labores de gobierno con sus repetidas y largas temporadas de convalecencia. Un ejemplo de ello fue en sitio de Metz que hizo retrasar a la expedición, teniendo que viajar en litera a causa de los dolores de la gota, la enfermedad que lo retiro, fue más fuerte que Enrique II o Lutero, entre otros.

Con su muerte se acabo la idea de una Europa unida y católica, con él y el Papa a la cabeza. Fue el último Emperador coronado por un Papa, y realmente el último influyente y respetado en el Imperio. Seguramente fue la persona más poderosa en la historia del viejo continente, dejando más poder del ya recibido. Sus herederos Fernando y Felipe tuvieron enormes problemas con los enemigos tradicionales, más Inglaterra, y la familia se separo claramente entre los Habsburgo austriacos y los españoles.