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Paz de Crépy 1544

 CRÉPY 1544

    En agosto de 1544 a solo dos jornadas de Paris, se encontraba Carlos I con un ejército de 40.000 hombres. En la otra orilla del río Marne lo observaba fijamente Francisco I con un  ejército similar, pero temeroso de ser derrotado y perder la ciudad e incluso su reino.

En el verano de 1544 el miedo acuciaba a los parisinos, los temidos tercios estaban a las puertas de Paris. Francisco recopilo todos los soldados posibles trayéndolos de todos los escenarios de guerra que pudo. Desde Italia llegaron 10.000 soldados vencedores en los campos de Cerisoles. Los dos ejércitos iban devastando todo lo que encontraban a su paso, aldeas, campos, cultivos.....para que no pudiesen abastecerse sus oponentes. El Rey francés mandó a su hijo Enrique con 8.000 de sus hombres a preparar la defensa de lo que parecía ser la toma de la ciudad por los tercios españoles. No estando muy lejos en el tiempo lo ocurrido en el saco de Roma el temor en la ciudad era palpable. Muchos parisinos se marchaban, otros se preparaban para defenderla, la ciudad estaba alerta máxima. Francisco imploraba por todos los canales que le eran posibles una entrevista con Carlos para un alto el fuego. 

Por parte española las cosas tampoco iban muy bien, la táctica usada en la Prévenza de tierra quemada le daba sus frutos a los franceses, y la logística era cada día más complicada para los hombres de Carlos. Este a su vez padecía de ataques de gota, lo cual le mermaba en sus dotes de mando. Lo costoso de la campaña militar iniciada dos años antes, junto con los problemas religiosos del Imperio y el asecho otomano, unido a que el Emperador no deseaba pasar el invierno en Francia, propicio que se lograse un entendimiento entre ambos. Además Carlos que era el poder domínate en Europa siempre quería la paz, no era una guerra deseada por él.

Tras diversas conversaciones el 18 de septiembre en Crépy, a 60 kilómetros de Paris, se llegaría a un acuerdo de paz. Por la parte española firmaba dicho acuerdo Ganvela y Fernández  de Gonzaga, virrey de Sicilia y por parte francesa el almirante Annebault. En dicho tratado se incluían los siguientes puntos:

  • Se fijaba una paz firme, perpetua y se pretendía una amistad entre ambos monarcas.
  • Se devolverían todos los territorios conquistados volviéndose al status quo de la Paz de Niza. Devolviendo a los ducados de Saboya, Mantua y Lorena los territorios ocupados.
  • Harían frente común en la lucha contra el imperio Otomano.
  • No se daría protección al rey de Navarra.
  • El hijo de Francisco I, Carlos el duque de Orleans, se casaría con la hija del Emperador María recibiendo de dote Flandes, o con la hija de su hermano Fernando, recibiendo el ansiado Milanesado, germen de tantas guerras entre ambos, según conviniese a los intereses de los Habsburgo. 
  • Francisco volvía a renunciar a su derechos sobre Nápoles, Sicilia, Flandes y Artois.
  • Carlos mantendría el ducado de Borgoña.
Este tratado no fue bien recibido tanto por el Papa que pretendía una coalición entre ambos para frenar a los otomanos, como por el Delfín Enrique de Francia, que veía como su padre prefería a su hermano menor, después de haber estado encerrado en España de niño como rehén por culpa de su padre. Por su parte Enrique VIII, se enteraría tarde y mal de las negociaciones. Unos días después de la firma del tratado había tomado la ciudad de Boulogne. Su respuesta a Carlos fue que él seguiría la guerra, no aceptando el tratado. La paz entre Inglaterra y Francia llegaría dos años después con la firma del Tratado de Ardres de 1546

Carlos volvería a Flandes con el tercio de Álvaro de Sande, licenciando a los demás españoles que en su mayoría pasaron a luchar por Enrique que ofrecía buenas pagas, y capitaneados por Beltrán II de la Cueva, duque de Alburquerque que se distinguió en la toma de Boulogne.

Campos de Crépy
El tratado era a todas luces una victoria de Francisco, aun cuando estaba totalmente acorralado en su territorio, como en otras ocasiones no se plasmó en papel lo que las picas de los tercios ganaban en combate. Pero la fortuna en principio fue esquiva al monarca francés con la muerte repentina al año siguiente de su hijo predilecto Carlos de unas fiebres. Esto desligaba a Carlos I del casamiento de su hija y la prestación de la dote, algo que le reclamó Francisco haciendo el Emperador oídos sordos. Esto en otra época habría sido más que suficiente para volver a las armas, pero otros problemas y el cansancio de ambos reyes lo impidieron De nuevo quedaría como máximo dignificado el duque de Saboya que al no haber boda no recobraría sus territorios perdidos en la anterior guerra.

Aunque visto el devenir del los acontecimiento futuros si Carlos se hubiese desecho de Flandes con la boda de su hija, se habría evitado los gigantescos quebraderos de cabeza de los Habsburgo españoles durante todos sus reinados, la guerra de los 80 años e incluso la participación de todas las guerras de religión del siglo XVI y XVII en Centroeuropa. La cesión de esos territorios habría sido una autentica bendición para los intereses hispanos y se habría canalizado todos los esfuerzos en mantener las posiciones de Italia y muy en espacial las oportunidades que daba el nuevo continente americano.