SEGUNDA CAMPAÑA DEL GRAN CAPITÁN EN ITALIA 1500-1504
Batalla de Seminara, refugio en la Barletta y Ruvo.
En el año 1500 deshecha la Liga Santa, el nuevo rey francés Luis XII volvía a mirar hacia Italia. Pero esta vez no en guerra abierta como su antecesor Carlos VIII. En esta ocasión se buscó de aliado a Venecia para repartirse Milán, y atrajo al papa Alejandro VI para la ocupación de Nápoles. Y con España firmó la paz.
El rey de Nápoles Federico I viendo el peligro en que se encontraba su reino, le planteó un pacto a Luis XII, por el cual Nápoles se convertiría en un reino vasallo de Francia, pagándole una cantidad de dinero e incluso permitiendo el paso de sus tropas, si lo consideraba necesario, para una posible invasión de Sicilia. Francia no aceptó de todos modos, y esta propuesta al llegar a oídos de los monarcas católicos, se tradujo en una enemistad con quien había sido su aliado Fernando de Aragón. Éste se sentía traicionado por Federico, ya que por la intervención de las tropas españolas, Nápoles había podido repeler el ataque francés unos años atrás.
TRATADO DE GRANADA 1500
Los Reyes Católicos viendo la situación que se estaba creando pactaron con Francia la repartición del reino de Nápoles. Fernando adujo derechos dinásticos sobre la corona napolitana y la defensa del cristianismo frente al poder turco, para contar con el beneplácito del Papado y así forzar la guerra.
Para ello, se acordó el Tratado de Chambord-Granada en el año 1500, por el que se pactó el reparto de Nápoles. Este reino quedaría dividido en dos, el norte sería para Francia y el sur para los ibéricos.
Además este tratado quería imponer paz entre ambos reinos y se incluirían también los siguientes términos. Luis XII renunciaba a Cerdeña y al Rosellón y Fernando al Señorío de Montpelier.
Para este propósito en España se preparaba un ejército de 5.000 soldados y 600 jinetes para enviar a Italia al mando de nuevo del Gran Capitán.
Gonzalo Fernández de Córdoba "El Gran Capitán" |
Mientras tanto Francia invadía Milán destronando a Luis Sforza y repartiéndose el ducado con Venecia. De este modo quedaba el camino libre hacia Nápoles.
En Nápoles cada ejército se dedicó a invadir la zona pactada. Los del Gran Capitán no tuvieron gran resistencia hasta llegar a la ciudad de Tarento, donde estaba el heredero del rey Federico. La ciudad estaba perfectamente protegida por el mediterráneo al sur, y al norte por un pequeño mar llamado mare piccolo, y unido a tierra por dos puentes.
Lo que se le ocurrió a las fuerza atacantes fue transportar por tierra sus barcos más pequeños hasta el pequeño mar, y así atacarles por este flanco. Esta estrategia utilizada hizo que cundiera el desánimo en la ciudad y se pactase su entrega si no recibía socorro. A los dos meses la ciudad se rindió.
Allí se encontraba el duque de Calabria, heredero del reino de Nápoles, quien fue convencido por el Gran Capitán para que fuese a España en calidad de prisionero de estado.
El reparto que se acordó en el Tratado de Chambord-Granada, estaba lleno de inexactitudes en lo que a la división del reino concernía, y pronto llegaron las escaramuzas en la recién creada frontera franco-española de Nápoles. Se intentó llegar a una salida pacífica, con reuniones por parte de ambos bandos, aunque no fueron fructíferas.
Luis de Armagnac, duque de Nemours, Virrey de Nápoles, pasa a la ofensiva, sabedor de que su proporción de fuerzas triplica a las españolas. Divide su cuerpo de ejército en dos. El principal será comandado por él mismo, y el otro será capitaneado por Stuart D´Aubigny, con más de 2.000 hombres.
Ante el asedio de Nemours a la ciudad de Canosa, Pedro Navarro se retira a Barletta, ciudad bien protegida donde se encuentra Fernández de Córdoba. El Gran Capitán recibe noticias de que la escuadra naval española está siendo acosada por la francesa, imposibilitando la entrada de nuevos contingentes militares y fondos para pagar a los soldados. Muchos de ellos desertan ante la falta de pagas y los mejores sueldos prometidos por los Borjia. Descarta la retirada a Sicilia y elige Barletta para refugiarse ya que se trata de una ciudad bien fortificada y con salida al mar, por si fuera necesario una evacuación. En esta ciudad permanecería nueve meses.
El Gran Capitán no tuvo otra opción que permanecer a la defensiva, se dedicó únicamente a realizar escaramuzas contra el ejercito del Duque de Nemours. Éste, cansado de no tener una batalla decisiva que determinase el vencedor en Nápoles, y espoleado por D´Aubigny, quien lo consideraba inexperto, se planta en Barletta donde reta a los españoles en una batalla en campo abierto. Fernández de Córdoba, sabedor de su inferioridad, le contesta diciendo que él decide cuándo se entabla una batalla, y nadie se lo impone. Nemours, ante esta negativa y las noticias de sublevaciones en territorios controlados por él, decide levantar el campamento y dirigirse a Canosa, en las cercanías de Barletta.
Este movimiento es aprovechado por el Gran Capitán para lanzarse sobre la retaguardia de la formación y hacerle una emboscada. El plan era atacarles con la caballería y atraerse a una parte del ejercito francés, la que iba en la retaguardia, llevándola hacia una posición donde estaría esperándolo la infantería española que caería sobre los franceses en emboscada. El plan salió perfecto, y los franceses que siguieron a la caballería española fueron abatidos o hechos prisioneros. Cuando Nemours tuvo conocimiento de este hecho volvió sobre sus pasos, pero ya era tarde, la batalla había terminado y los prisioneros eran conducidos al interior de la ciudad.
PRIMERA BATALLA DE SEMINARA 1502
Mientras tanto, el Señor D´Aubigny se dirige a Calabria, era diciembre de 1.502. Allí se enfrenta en Seminara a Hugo de Cardona y Antonio Leyva, saliendo victorioso. Los españoles se retiran hacia el sur de Italia, quedando la región de Calabria en manos galas.
Pero con la llegada del nuevo año las cosas comienzan de forma distinta para el ejército español sito en Nápoles. En febrero de 1.503 las galeras de Juan Lezcano vencen en Tarento a la flota francesa de Pregent de Buidoux. Victoria importantísima que abría las puertas a la llegada de nuevos contingentes de tropas.
A raíz del dominio de los mares, Fernández de Córdoba pudo recibir refuerzos vía marítima para el mes de marzo. Se incorporarían 2.000 soldados de infantería y 600 de caballería bajo el mando de Luis Portocarrero, quien unos días después de su llegada fallecería víctima de fiebres, haciéndose cargo del contingente Fernando de Andrade. Luego vendrían otros 2.000 lansquenetes alemanes.
RUVO 1503
El ejército del Gran Capitán realizó una salida nocturna en dirección a Ruvo. Anduvieron toda la noche para presentarse frente a los muros de la ciudad al día siguiente el 23 de febrero por la mañana. La artillería bombardeó los muros de la ciudad hasta hacer una brecha por donde infiltrarse las tropas españolas. Una vez dentro, combatieron cuerpo a cuerpo con las francesas. El combate se inclinó hacia el lado español. Se obtuvo un gran botín de suministros, especialmente un millar de caballos que vinieron a reforzar la caballería. Cuando Nemours fue conocedor de este enfrentamiento acudió al socorro de la ciudad, pero llegó tarde, los españoles ya habían ocupado la ciudad.
Con este contingente de caballos y los últimos refuerzos llegados, Fernández de Córdoba se prestaba a contraatacar al ejercito francés.
Mientras tanto, "Felipe el Hermoso", príncipe consorte casado con Juana, hija de los Reyes Católicos, intercede para buscar la paz. En abril parecía que el litigio se podía resolver por la vía diplomática a través de un acuerdo con Luis XII en la ciudad de Lyon. Acuerdo por el cual Catalina -hija del rey francés- y Carlos -nieto de los Reyes Católicos- se convertirían en marido y mujer, siendo quienes gobernasen Nápoles. Al ser ambos menores de edad, el norte quedaría bajo control francés y el sur sería gobernado por Felipe. Pero este acuerdo no era del gusto de los reyes españoles. Estos viendo que el curso de la guerra empezaba a no serles tan esquivo, no lo ratificaron, con lo cual la guerra continuaría.
SEGUNDA BATALLA DE SEMINARA 1503
Con la llegada de Andrade ambos ejércitos estaban equilibrados. Las tropas españolas sumaban 5.000 soldados y cerca de 6.000 componían las francesas, capitaneadas estas por D´Aubigny.
Los dos ejércitos se dieron cita el 21 de abril. Por fin los franceses tendrían esa batalla en campo abierto que tanto deseaban.
La victoria fue para los de Andrade, causando la baja de 2.000 soldados franceses y haciendo muchos prisioneros. Stuart D´Aubigny trató de huir y buscó refugio en el castillo de Angitola, donde pasados 30 días se rindió.
Con esta derrota, Calabria pasaba de nuevo a manos españolas. Aún quedaba el grueso del ejército francés al mando del duque de Nemours, que se enfrentaría al Gran Capitán en la famosa batalla de Ceriñola, donde encontraría su muerte, y que cambiaría las tácticas militares y la formación de los ejércitos por casi dos siglos. Y posteriormente la decisiva batalla de Garellano, que cambiaría para siempre la historia de España. Ambas las abordamos en los siguientes artículos.