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Coronación de Carlos V como Emperador en Aquisgrán

CORONACIÓN DE CARLOS V POR EL PAPA CLEMENTE VII EN BOLONIA 1530

    El 24 de febrero de 1530 el papa Clemente VII coronaba a Carlos V en Bolonia como emperador del Sacro Imperio, casi una década después de haber sido elegido el 23 de noviembre de 1520 en Aquisgrán como rey de Romanos.

Desde que Carlos I subiera al trono español el 14 de marzo de 1516, con tan solo 16 años se estaba forjando una de las figuras más importantes de la historia europea. A la muerte de Maximiliano, nieto de Carlos I en enero de 1519, se creó una dura pugna por sucederle en las figuras de Francisco I, rey de Francia, y Carlos I. Al final el dinero puesto por los banqueros alemanes hizo que los siete electores, El rey de Bohemia, el margrave de Brandeburgo, el duque de Sajonia y el conde del Palatinado, más los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris, votaran a Carlos como Emperador.
La coronación consistía en tres pasos a seguir.

Clemente VII coronando a Carlos V
La primera sería la ceremonia de coronación que debía de ser en Aquisgrán, la capital del antiguo imperio de Carlomagno. El 23 de octubre de 1520, después de ser elegido por de los siete electores. En esta ceremonia se le coronaba como rex romanorum, Rey de los Romanos en la capilla Palatina de Aquisgrán. Esta coronación lo convertía realmente en Rey de Alemania. Recibiría las insignias imperiales, espada, anillo, orbe y cetro. Carlos adoptaría el término de Alteza.
Las relaciones ente Carlos y el papa Clemente VII nunca fueron buenas, lo cual no posibilitaba su coronación por parte papal, e imposibilitaría poder elegir a su sucesor, como le ocurriese a su abuelo Maximiliano.
Debido a la supremacía que había conseguido Carlos en Italia con las victorias frente a franceses, el Papa formó Liga de Congnac para expulsarlo de Italia. Esta liga fue vencida, Roma saqueada, y el papa custodiado por los tercios de Carlos Borbón y Filberto de Orange. De este modo se llegó al Tratado de Barcelona en 1529 donde se firmó la paz entre ambos. Se acordó la coronación de Carlos. No sería en Roma debido a los sucesos del saqueo tres años antes y se propuso la ciudad de Bolonia como el lugar donde se celebraría.

La ciudad se vestiría para la ocasión. Carlos fue recibido con un emperador romano, con todos los honores que ello implicaba. La entrada de Carlos V en la ciudad fue como si de un emperador se tratase cuando volvía a Roma, como el adventus. En la puerta de la ciudad se levanto un arco custodiado por Neptuno, junto con las imágenes de los más grandes emperadores como Julio Cesar, Augusto y de los mejores generales como Escipión el Africano. En otro arco estaban las figuras de Constantino y Carlomagno.
A estos actos acudieron nobles de todos sus territorios, Italia, Castilla, Flandes, Alemania....

La segunda se produjo el 22 de febrero de 1530 en la catedral de San Petronio. Carlos con  traje de seda y capa de paño de oro se arrodillo frente Clemente VII tomando de este la espada, el cetro y el globo. El papa colocó en su cabeza la corona de hierro de los lombardos, que estaba impregnada de uno de los clavos con los que se crucificó a Cristo. Esta coronación lo convertía en el Rey de Borgoñones o Rey de Italia.

Clemente VII a caballo junto a Carlos V 
La tercera coronación fue en la iglesia de San Petronio decorada como si de la misma Basílica de San Pedro se tratase. Carlos la hizo coincidir el día de su 30 cumpleaños, y de la batalla de Pavía, el 24 de febrero de 1530. En esta sería el Papa quien lo coronaria como Sacro Emperador. Carlos entró en la iglesia con la corona de hierro, precedido de cuatro de los más grandes nobles romanos y alemanes, los duques de Saboya, Urbino y Baviera junto al marqués de Monferrato llevando las insignias del imperio, la corona de oro, la espada, el orbe y el cetro. Y sosteniéndole el manto el Conde de Nassau.
Fue investido como canónigo de San Pedro. El papa Clemente VII que llevaba una larga barba, en recuerdo del saco de Roma, le dio la espada que le confería los derechos de la guerra para la defensa de la fe verdadera. Colocó en su mano izquierda el cetro y en la derecha la esfera dorada que representaba el mundo. Esto significaba que le entregaba el Imperio del orbe. Y para finalizar el acto el papa posaría sobre su cabeza la diadema de oro de los emperadores, conocida como la corona de los cesares.
Carlos hizo el juramento solemne de convertirse en el defensor de la iglesia de Roma y del catolicismo. Posteriormente el Papa y Carlos V ya coronado, pasearían a caballo por las calles de Bolonia. A partir de entonces emplearía el nombre de Majestad.

Pronto partiría Carlos para acudir a la Dieta de Augsburgo de ese mismo año que intentaría conciliar a los católicos y los protestantes.

Estatua de Carlos V en Granada.

Esta pomposa ceremonia sería la última en que se coronaría a un emperador, ya que debido a todas las diferencias que habrían de ocurrir en el reinado de Carlos V, hizo que su sucesor, su hermano Fernando, no pidiera en ningún momento la coronación al papa porque la relevancia de este titulo en el imperio era menor y no transcendía fuera de las fronteras del mismo, careciendo de importancia en Roma o sobre los demás reyes Cristianos.

El ideario de Carlos V era la supremacía del emperador, el Cesar, sobre todos los reyes Cristianos, con el amparo del papa en la defensa de la fe católica. Algo que no pudo llevar a cabo principalmente debido a Lutero y su revisión del catolicismo, alentada por los príncipes alemanes que veían en este la manera para poder deteriorar el poder que ejercía sobre ellos el emperador, más que por convicción religiosa, siendo esta una de las causas por las que el protestantismo creció rápidamente por sus territorios. 
Y también por la oposición de las monarquías cristianas, en especial Francia, y el papa Clemente VII hasta la Paz de Barcelona. Otro problema permanente fue el peligro Otomano en el Mediterráneo y en Centroeuropa. Estos fueron los obstáculos más importantes que tuvo Carlos en su reinado y que le impidieron cumplir con su ideario.

Francia seria derrotada definitivamente, ya por Felipe II, en San Quintín 1557 y Gravelinas 1558, y posteriormente los turcos en Lepanto 1571, pero los conflictos no desaparecieron, sino todo lo contrario, se multiplicarían. Flandes se convertiría en un "Vientan" para la monarquía hispánica con la guerra de los 80 años, e Inglaterra comenzó a piratear el comercio con el nuevo mundo que era la mayor fuente de riqueza del reino español, convirtiéndose en un nuevo enemigo que añadir.
Nuevos desafíos para un Rey nuevo.