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El Saco de Roma 1527

EL SAQUEO DE ROMA EN 1527, GUERRA DE LA LIGA DEL COGNAC 

    Debido al temor que producía el poder que atesoraba el Emperador en Italia al derrotar estrepitosamente a los franceses en la batalla de Pavía, se creó la Liga del Cognac o Liga Clementina, alentada por el Papa Clemente VII. Ante esta situación Carlos formó un ejército de más de 30.000 hombres para combatirla.

Dentro de Roma, el Papa tenía muchos críticos, entre ellos la familia Colonna, partidaria de Carlos, que organizaron revueltas en contra de Clemente VII que ya le costaría a este tener que refugiarse en Sant´Angelo. Esto fue un primero toque de atención de lo que le esperaba si seguía oponiéndose al Emperador. El embajador español en Roma Hugo de Moncada trato de acercar al Papa a la postura de Carlos. Pero Clemente no cumplió lo acordado con Moncada. Así que Carlos decidió mandar su ejército hacia los Estados Pontificios.

Las tropas imperiales después de su andanza por Lombardia, en la que pusieron en fuga al ejército de la liga, partieron hacia Roma, la ciudad eterna, en número de unos 20.000 siendo la mitad alemanes, en su amplia mayoría protestantes. Los soldados estaba recelosos por la falta de pagas y a su paso por Florencia, Carlos de Borbón pidió una suma de dinero para evitar lo que podía ser un saqueo de la ciudad. Los florentinos aceptaron y una vez recibido se le entrego a la tropa que venía teniendo retrasos en sus soldadas cundiendo el nerviosismo, en espacial en los alemanes. De esta manera siguieron su camino hacia Roma, que tal y como se encontraban los ánimos no hacía presagiar nada bueno.

ASALTO DE LAS MURALLAS DE ROMA

A su llegada a Roma, Borbón pidió dinero al Papa para sofocar a los suyos que estaban deseosos de ocupar la ciudad por la fuerza para saquearla. Pero Clemente había reforzado la ciudad, sus murallas y posicionada artillería para repeler el ataque, y esperaba que llegase el ejército de la liga para socorrerlo. El 5 de mayo los imperiales están a las puertas de Roma, tienen la ciudad cercada. El Papa ante el temor de un asalto, ofrece una suma de dinero pero ya era tarde, Borbón no puede sujetar a los suyos y el día 6 se lanzan a la toma de la ciudad. La defensa planteada por el papado era intentar detenerlos en las muralla y ocasionarles bajas con el uso de su potente artillería, pensaban que si resistían, la tropa mal pagada rápidamente desistiría y abandonaría la idea del asalto, quedando, como ya sabemos, a la espera de que el ejército de la liga llegase para intervenir, algo que no parecía factible, ya que este estaba a distancia y sin mucho ánimo de combatir. 

Saqueo del cuerpo del difunto papa Julio II

Se organizo apresuradamente una milicia a la que se armó para intentar la defensa de la ciudad ante la falta de infantería. Esta milicia estaba al mando de Gindo Rangoni.
No todo el mundo estaba de parte de pontífice, Roma que tenía más de 50.000 habitantes, contaba con muchos detractores, como se sabe los Colonna entre ellos, estaban en pugna con Clemente, y en la ciudad había crecido su impopularidad debido a las subidas de impuestos decretadas.

El 6 de mayo amanecía con niebla, algo que favorecería a los asaltantes dificultando a la artillería y mosquetería papal la visión para efectuar sus descargas. Nada más comenzar el asalto, es herido mortalmente Carlos de Borbón de un disparo de arcabuz, que se atribuyó el escultor Benvenuto Cellini. Borbón sabiéndose en sus últimas horas pidió que se le retirase rápidamente para no ser visto por sus hombres como moribundo cundiendo el desanimo. No obstante la noticia transcendió y más lejos de desmoralizar a sus hombres este hecho espoleo a los asaltantes, aun más si cabe, y la tropa enfurecida se lanzo a la toma de la ciudad.
Filberto de Orange se erigió como el sucesor de Borbón, y con él se dirigió el asalto final a la ciudad. Una vez superadas la murallas entraron en la ciudad y allí dentro era imposible el controlar a los soldados, se dirigieron a la Basílica de San Pedro, donde se encontraba el Papa. Este tuvo apresuradamente que escapar junto con sus cardenales bordeando la muralla y por el pasadizo que comunica la Basílica con el castillo de Sant´Angelo. La guardia suiza tuvo que emplearse con los imperiales en la misma escalinata, muriendo 147 de los 189 que la formaban. Se cubrió con un manto morado a Clemente VII para no ser delatado por su vestimenta blanca y ser objeto de los disparos de los arcabuceros. Allí permanecería un mes junto con cardenales y otras gentes que pudieron resguardarse.

Mapa de la ciudad de Roma
Filberto se encuentra frente a la fortaleza de Sant´Angelo, la cual está muy bien protegida, con víveres y munición para resistir, por lo que se decide no intentar su asalto y sitiarla.
Mientras tanto los asaltantes tomadas las estancias de la Santa Sede, cruzan el río Tíber que los separa de la ciudad y se dirigen a la plaza Navona, después al populoso barrio del Trastevere ….. hasta tomar toda la ciudad, robando, asesinando, quemando todo lo que podían y más. Las escenas son dantescas, entre la gente cunde el pánico. Se entra a las iglesias desvalijando toda la planta o el oro que pudiesen tener, se toman las casas de la gente más adinerada, se secuestra a sus ocupantes pidiendo un rescate y cuando este es satisfecho se sube el precio. El carácter protestante de la mayoría de los lansquenetes alemanes da si cabe aún más ferocidad a estas acometidas, ya que odiaban al Papa considerándolo como el anticristo. Algunos romanos contratan a españoles para que los defiendan de los luteranos y cuando reciben su paga dejan a estos que les roben de igual manera.
Filberto se encierra en San Pedro con un grupo de españoles y deja hacer a la enfurecida tropa a la que le es imposible controlar, habiendo sido incluso herido en la refriegas con los soldados. Fija su residencia en la biblioteca de San Pedro, salvando a esta de su destrucción.
Este desvalijo duro días, los cronistas del momento cuentan que era inenarrable la cantidad y crueldad de los hechos que estaban aconteciendo en la ciudad eterna.

La tropa de la liga llegó a la ciudad el 21 de mayo sin mucho ánimo de combatir, y al ver que la ciudad que estaba tomada por los imperiales abandonaron toda idea de entablar combate retirándose el 2 de junio.

Ante este hecho a Clemente VII no le queda más que rendirse a los españoles el 5 de junio desde su refugio del castillo de Sant´Angelo. Lo hace ante el Capitán Hernando de Alarcón. Carlos conociendo los hechos acontecidos en Roma nombra a capitanes españoles ante los que capitula el Papa y entrega la fortaleza.
El Papa tras su rendición cedía Parma, Piacenza y Módena. Absolvería a los Colonna y
Pagaría 400.000 ducados de soldada al ejército imperial. Tampoco excomulgaría a ninguno de los participantes en el saco.

Debido al brote de peste que estaba asolando la ciudad aquel verano, se estima que al menos 1.000 soldados encontraron la muerte, e hizo que el ejército abandonase la ciudad, pero trascurrido unas semanas volvieron y de nuevo la saquearon.

El Papa pudo abandonar la Roma después de estar retenido durante 8 meses y refugiarse en la ciudad fortificada de Orvieto, de los Estado Pontificios.

Definitivamente en febrero los soldados imperiales abandonarían la ciudad, para dirigirse a Nápoles ya que la guerra estaba aun lejos de acabar con los restantes componentes de la Liga del Cognac.

A pesar de todo el dinero robado por los soldados y las pagas recibidas de las arcas del papado, no cundió la deserción en las filas imperiales. La media del botín incautado vendría a ser la soldada de poco más de un año que cada uno de ellos recibía. Otros si retendrían un gran botín. Pero dinero fácil se gasta fácil, y la caravana que iba habitualmente tras los ejércitos hacia gran negocio con el dinero incautado de los soldados, además de los burdeles y tabernas de Roma. Y para cuando la liga amenazó Nápoles todos se reunieron y partieron a defender los intereses de su Emperador, acatando las ordenes de sus mandos.

Las cosas en Roma no cambiaron tanto como cabía esperar tras la toma de la ciudad. Algunos pensaban que estos hechos acontecidos harían que se tomasen medidas en cuanto a las actuaciones de la cúpula de la iglesia a la que tantos escándalos la asolaban. Y más importante aún, se pedía un concilio para debatir y cambiar la iglesia, máxime con el auge que habían tomado los protestantes dividiendo las creencias religiosas de los europeos. Este concilio no llegaría hasta 1545 en Trento, que dio lugar a la contrarreforma.