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Sitio de Nápoles 1528

SITIO DE NÁPOLES 1527-1528

    Seguidamente al saqueo de Roma que duraría hasta 9 meses, Francia con el apoyo de Inglaterra se unirían para rescatar al Papa y combatir a los soldados imperiales. Estos después de meses de robo, asesinatos, secuestros y demás, abandonan la ciudad en febrero de 1527. Partieron hacia Nápoles seguidos por el ejército de la Liga del Cognac.

El ejército imperial abandonó Roma en parte debido a las epidemias de peste y malaria que sacudían la ciudad eterna, haciendo irrespirable el ambiente. En la ocupación las tropas habían sufrido a causa del desgaste y sobre todo las enfermedades, diezmándolas de tal manera que no quedaban más de 5.000 alemanes, 4.000 españoles y 2.500 italianos. Comandadas ahora por Filberto de Chalon príncipe de Orange, que lo sustituyo a la muerte de Carlos de Borbón. Con esta situación decidieron partir hacia el sur en dirección a Nápoles.

Mientras tanto los franceses habían creado un nuevo ejército que partiría hacia Italia. Odet de Cominges, conde de Lautrec se dirigiría hacia Lombardía y Pedro Navarro a Génova. Este último había tornado al servicio del rey de Francia. Fue capturado en la batalla de Ravena y al no haberse hecho efectivo el rescate que se pedía por él por parte de la corona española, Francisco I consiguió que este veterano capitán de Gonzalo Fernández de Córdoba y de tantas otras batallas italianas y del norte de África, pasara a prestar sus valiosos servicios en nombre del Rey francés. Pasando de prisionero a comandante.

Navarro primero como almirante bloqueó el puerto de Génova sin demasiado éxito a pesar de poseer una flota superior, siendo relevado, pero consiguiendo el mando de las fuerzas de tierra bajo las ordenes de Lautrec. Ambos partieron hacia Nápoles donde se encontraban el grueso del ejército imperial. A la tropa de tierra había que sumar a la escuadra de Andrea Doria que había conseguido aglutinar en Génova y aproaría también hacia Nápoles. Doria había pasado a prestar sus servicios a la corona de Francia que lo nombró Almirante de la flota de Mediterráneo. Además del genovés, Francisco fue consiguiendo más apoyos en Italia. Había que sumarles la recién creada república de Florencia, el marqués de Matua y el duque de Ferrara. Esta si parecía la oportunidad que tanto buscaba Francisco de despojar a los españoles de su posición privilegiada en la península itálica. Ante la proximidad de los franceses Clemente VII puede dejar su cautiverio en diciembre huyendo hacia la ciudad fortificada de Orvieto.

El almirante genovés Andrea Doria.

BATALLA NAVAL DEL GOLFO DE SALERMO 1528

Doria bloqueo el puerto de Nápoles con su poderosa flota y Lautrec sitia la ciudad por tierra, provocando escasez de todo tipo en la ciudad. El Almirante valenciano y virrey de Nápoles Hugo Moncada intentó forzar el férreo bloqueo al que estaban siendo sometidos los imperiales, saliendo a la mar el 28 de abril de 1528.
Moncada contaba con 6 galeras: Capitana, Gobba, Villamarina, Perpiñana, Calabresa y Sicama, más dos fustas, dos bergantines y otros barcos que iban sin gente de guerra, solo para aparentar una flota mayor.
Por parte Genovesa comandada por Juan Andrea Doria 8 galeras: Capitana, Pellegrina, Donzella, Sirena, Fortuna, Neptuno, Mora y Signora, más dos fustas y dos bergantines.
Moncada embarcó una compañía de veteranos arcabuceros de Juan de Urbina, al igual que Doria que contaba con 600 franceses.
Hugo de Moncada
Doria pensaba que la flota era española era más numerosa, cayendo en la treta que le presentó Moncada. Por ello dejo en reserva a 3 de sus galeras. Moncada abrió fuego sobre Doria antes de tiempo sin logran impacto alguno, todo lo contrario que los genoveses que templaron sus disparos, con la fortuna de que uno fue a dar en la proa de de la capitana de Moncada matando a mucha gente. Seguidamente se enfrentó a la capitana genovesa.
En la cola de la formación dos galeras españolas tomaron dos genovesas, la Pellegrina y la Donzella. Cuando llegaron la Perpiñana y Calabresa, que iban más retrasadas, en lugar de acudir a la lucha se dedicaron a saquear las galeras enemigas, lo que hizo que el resto estuviese en una enorme desventaja. Las tres de reserva que había dejado Doria Neptune, Mora y Signora, acudieron a su ayuda y embistiendo a la capitana de Moncada. Esta perdió por el impacto de la Mora el timón y un palo a causa de la Neptune, mientras la Signora la abordo por la proa. Moncada fue abatido por dos disparos de arcabuz. Seguidamente las tres de reserva se lanzaron sobre las restantes españolas, retomando el mando de las dos apresadas por los españoles. Hundieron la Villamarina, Sicama, una fusta y otras embarcaciones menores. Las retrasadas Perpiñana y Calabresa fueron apresadas sin prácticamente intervenir en la batalla, mientras la Gobba logró escapar. Por parte de Doria perdería la Sirena y Fortuna, más unos  500 hombres, frente a 700 soldados españoles mas los marineros y galeotes apresados.

Esta derrota dejaba en muy mala posición a los hispanos como ya ocurriese en el pasado en tierras italianas, como cuando hubieron de refugiarse en la Barletta. Con el bloqueo terrestre y marítimo a que estaban siendo sometidos las condiciones eran muy precarias en Nápoles.

DERROTA FRANCESA EN NAPOLES

Entretanto Andrea Doria comenzaba a no estar muy contento con la situación que se estaba generando. Los franceses le debían gran cantidad de dinero por poner su flota a servicio de los intereses galos, y además en la corte no veían con buenos ojos que fuera el máximo responsable de la flota francesa. Sabedor de todo ello Carlos le tentó para que pasase a su servicio. Le ofreció dinero proveniente de las indias y lo nombraría Almirante de la Armada española en el Mediterráneo. Ante tal propuesta Doria aceptó y pasó a servir al Emperador, rompiéndose de esta manera el bloqueo al que estaba sometiendo a Nápoles por mar.

En tierra las cosas se torcían de igual manera para las tropas de infantería. Lautrec había roto los acueductos circundantes de la ciudad para limar aun mas las provisiones de la ciudad, pero de esa manera también consiguió que se inundasen los campos adyacentes donde estaba acampado. Esto junto con el calor estival produjo una fuerte epidemia de peste que le costaría la vida a miles de sitiadores incluso al propio Lautrec. Este sería relevado por Luis de Lorena que también fallecería días más tarde pasando el mando al marqués de Saluzzo. Ante esta situación los franceses en agosto decidieron levantar el sitio y abandonar la ciudad. Los sitiados al ver las intenciones francesas salieron en su persecución, alcanzando a un gran número de ellos en Aversa y rindiéndolos. Entre los prisioneros se encontraba el ilustre Pedro Navarro.
Navarro, partícipe de las campañas del Gran Capitán en Italia, héroe de la conquistas del norte de África, fue conducido a Castel Nouvo, en Nápoles, donde encontraría la muerte. Un triste final para uno de los grandes militares españoles de todos los tiempos. Con respecto a esta hay varias teorías. Una que murió por orden de Carlos para evitarle la humillación de una muerte pública y otra que fue de muerte natural debido a su edad, contaba 70 años, y a las enfermedades contraídas en el sitio de Nápoles.

De esta manera Francia volvía a salir derrotada en Italia por tropas españolas y abandonaría de nuevo tierras italianas dejando muerta la Liga del Cognac.