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Jornada de Argel 1541

ARGEL 1541

    Terminada la Santa Liga de 1538 con la derrota de Preveza, los turcos dominaban el Mediterráneo, seguían con sus asaltos Barbarroja en la parte oriental y Dragut junto con Ali Hamet en la occidental. Tanto Dragut como Hamet fueron derrotados por los españoles, pero aun así seguían las acciones de otros piratas berberiscos con su base principal en la ciudad de Argel, conocida en Europa como “la ladronera de la cristiandad”.

Aun con el apresamiento de Dragut en Córcega y la derrota de los asaltantes de Gibraltar, Hamet y Caramaní, en el mar de Alborán, el Mediterráneo occidental seguía infectado de piratas berberiscos. Ciudades como Cullera, Mallorca, Alcudia, entre otras eran asaltadas, robando y raptando a sus habitantes. También el comercio marítimo era apresado.

ANTECEDENTES EN HUNGRÍA A LA JORNADA DE ARGEL

En 1540 con la muerte del rey de Hungría Juan de Szapolay, vasallo de Solimán, la guerra aparece de nuevo en Centroeuropa. Fernando I, hermano de Carlos I, quería heredar el reino de Hungría y así quedaría plasmado en acuerdo de Várad de 1538 a espaldas de Solimán. Pero Juan de Szapolay tuvo un hijo antes de morir, Juan Segismundo, que lo designó como su heredero, rompiendo lo acordado anteriormente. Con la muerte de Szapolay, Fernando manda en 1541 un ejército para tomar  la ciudad de Buda. La viuda de Szapolay, Isabella Jagellón, pide ayuda al Sultán para defender los derechos dinásticos de su hijo Juan Segismundo, que si eran reconocidos por Solimán, ante Fernando. Los Habsburgo austriacos  con un poderoso ejército de cerca de 50.000 hombres al mando de Roggendorf, parten hacia Buda. La cercaron pero no llegaron a tomarla. Solimán enterado del pacto de Várad, enfurecido marcha sobre Buda con los suyos, privando a Barbarroja y a Asan Agha de los jenízaros para empresas en el Mediterráneo como en años anteriores. En la batalla que se produce Solimán vence a Roggendorf. Ocupa la ciudad de Buda dejando al pequeño Juan Segismundo como Juan II, y como regente su madre y el Arzobispo Jorge Martinuzzi hasta la mayoría de edad, quedando este luego como vasallo de Sultán. Pero a los efectos quedaría el reino de Hungría dividido en tres, una pequeña  parte occidental bajo control de Fernando, Transilvania con Juan II, y el resto incluyendo Buda, que se uniría con la ciudad del otro lado del Danubio Pest para formar Budapest, en manos del imperio Otomano.

ARGEL

Barbarroja había abandonado Argel en 1533 para convertirse en el Almirante del Sultán, dejando a Hásan Agá como gobernador de la ciudad. Era una ciudad cosmopolita en la que convivían turcos, árabes, moriscos, cristianos libres y fundamentalmente esclavos, junto con Judíos. Con los botines incautados principalmente en Italia y España era una ciudad prospera de unos 20.000 habitantes.

COMIENZAN LOS PREPARATIVOS

Carlos  a tenor de los acontecimientos con la derrota de su hermano Fernando, piensa en tomar Argel para darle un golpe a Solimán. Además esta débilmente defendida ya que el sultán ha necesitado de todos sus jenízaros para vencer a Fernando. El Papa trata de convencerle para que se dirija hacia Hungría y se niega a sufragar gastos de esta empresa, al igual que Venecia que ya tiene un pacto con Solimán. Con estas dificultades nace la conocida como jornada de Argel.

Bahía de Argel.

Pero en España se veía con otros ojos la toma de Argel. Esta ciudad era la base principal de los piratas que acosaban las costas españolas, y ya en 1535 con la toma de Túnez los españoles eran más partidarios de tomar Argel, que era el foco principal de los piratas que atacaban las ciudades y trafico marítimo en el mediterráneo occidental. Ciudad a la que se trasladaban mucho como Barbarroja.

El tiempo apremiaba porque llegaba el otoño y con ello la época de las tormentas. Carlos debido a los acontecimientos en el Imperio no pude preparar la empresa hasta octubre. Para no levantar sospechas se dice que es una flota para abastecerá a Túnez. Tanto Alfonso Avalos, como Andrea Doria trataron de persuadir al Emperador de posponer al año siguiente la toma de Argel por haberse pasado ya la temporada estival, pero no fueron oídos. Se comenzó el acopio de todo el material y suministros para dicha empresa.

Los caballeros de Malta serian los únicos aliados que encontraría Carlos. Los gastos debían ser sufragados en el 60% por Nápoles y Sicilia y el 40% por España. El contingente seria de unas 65 galeras y cerca de 400 naves de guerra y transporte. Junto a los 12.000 hombres de la dotación marinera irían 24.000 soldados repartidos en 2.000 hombres a caballo, 6.000 españoles de Gonzaga, 6.000 italianos mandado con Colonna y entre Países Bajos y Alemania otros 8.000 al mando del duque de Alba, más varios miles de aventureros. Una fuerza similar a la enviada a Túnez, y muy superior a la que había en Argel que se estima en 5.000 moros, 800 turcos y 50 piezas de artillería. Todo este ejerció más las piezas de artillería para derribar los muros de la ciudad y todos los demás pertrechos. Andrea Doria sería el almirante de las naves. El gran conquistador Hernán Cortes también participaría con sus hijos y un barco propio pilotado por Enrique Enríquez, de triste recuerdo en la batalla de Alborán.

El 18 de octubre parten las naves desde Mallorca donde se habían reunido, salvo las que venían de Málaga que se dirigirían hasta las cercanías de Argel donde se reunirían todos. El día 20 la flota de Carlos llegaría al Cabo Matifó en el extremo este de la Bahía de Argel. Y la que partía de Málaga al cabo Kaxina.

ASALTO A ARGEL

Juanetin Doria recibió el encargo de  buscar un sitio donde desembarcar lejos de los cañones de Argel. Y lo encontró cerca del río Harrach a uno seis kilómetros de Argel. Y el 22 empezó el desembarco, buscando un sitio para establecer el campamento en playa Hamma.

Carlos hace llegar a Hásan Aga una misiva para que se rindan, pero este la ignorará, echándose en mano de algún  tipo de milagro que los salve debido a la cantidad y calidad del ejército español.

El día 24 comienza el mal tiempo, lluvia y viento, lo que impedía el normal desembarco de los hombres, artillería y suministros necesarios. Las armas de fuego estaban mojadas y las provisiones escasas y en mal estado. 

Ante esta situación los argelinos aprovechan la ocasión para atacarlos al amanecer del siguiente día. Los hacen retroceder pero los caballeros de Malta hacen un avance y consigue que los moros se retiren hasta la protección de su ciudad. El caballero Ponce de Balaguer llega hasta las puertas de Argel clavando un puñal en la entrada, antes de tener que retroceder. Sin la artillería es muy complicado asaltar las murallas de la ciudad. Desde estas los argelinos se defienden con todo tipo armas, incluso lanzando piedras para impedir el asalto de sus enemigos, siendo obligados a retirarse. Hásan hace una salida llevando a los españoles hasta el campamento. Todos los desembarcados tienen que poner pie en tierra y levantar sus armas de metal para parar a los atacantes que en una gran acción de valor han logrado poner en gran apuro a los asaltantes.

Ponce de Balaguer clava su puñal en la puerta de Argel. ¡Volveremos!. 

Pero lo peor para los españoles estaba por llegar. Después de los argelinos vinieron los elementos. Comenzó con viento siguiéndole la lluvia que embarro el campamento y destrozó las tiendas. En el mar las cosas fueron mucho peor, el viento movía los barcos zarandeándolos de un lado a otro, chocando entre sí, haciéndolos zozobrar o golpear contra las rocas. Fue una noche dramática para el personal embarcado, la mar ahogaba a los marineros, hacía que estos tirasen por la borda todo lo que tenían a mano para mantener la nave a flote. El viento llevaba los barcos hacia la ciudad de Argel y los naufragados eran allí mismo rematados con los moros y otomanos. Sobre 150 barcos se perderían, las galeras aguantaron mejor las embestidas del mar pero también se perderían. La nave de Hernán Cortes se hundiría, el propio conquistador tuvo nadar para llegar a salvo a la playa perdiendo sus famosas cinco esmeraldas de gran valor, que eran envidiadas hasta por el mismo Emperador.

Juanetin Doria se llevo parte de las Galeras más al este de Argel hacia el cabo Matifó para intentar resguardarlas. El problema era de suministros ya que los desembarcados solo bajaron con raciones para tres días, y la mayor parte de las restantes yacían en el agua junto con la artillería de grueso calibre. Además el campamento estaba destrozado por el viento y el agua, con lo que se pensó en retirarse por tierra también hacia el cabo Matifó el 25 por la mañana. 

Se organizó el repliegue con lo necesario, dejando material de guerra y los restos del campamento. Se mataron caballos para alimentar a los soldados. En la retaguardia irían los españoles que se vieron acosados por los moros durante todo el día 26 de octubre.

Al día siguiente en la retirada tuvieron que cruzar el rio Harrach que venía crecido por las lluvias recientes. En ese momento aprovecharon los enemigos para atacarles y hacerles daño.

El 29 llegaron a Matifó. Muy cansados y solo alimentados con la carne de los caballos que sacrificaron y con la moral muy baja. Se estableció un Consejo Militar en el que se examino la situación y cuál sería el plan a trazar. Ante el mal tiempo reinante se decidió abandonar la posición y volver a casa. Pero tanto el conde de Alcaudete Martín Alonso como Hernán Cortes eran contrarios a la partida. Cortes, que había perdido la confianza de Carlos, pedio 400 hombres  para tomar la ciudad, y que el Emperador y la demás parte del ejército embarcase, pero fue automáticamente descartado. No parece que fuese una idea descabellada, debido a las débiles fuerzas que protegían Argel y la experiencia que tenía el conquistador en estas situaciones.

EL REEMBARQUE

Comenzaría el día 31 de octubre. Debido a las cuantiosas pérdidas de barcos, no había espacio suficiente para la tropa por lo que hubo que sacrificar a la mayoría de la caballería que aun quedaba para poder acoger a los soldados. Algunos hombres pensaban que serian abandonados en Argel, con lo cual Carlos se quedó en tierra hasta que embarcaron todos. De nuevo el mal tiempo volvió y con él la perdida de más barcos, algunos fueron a embarrancar a la playa donde fueron masacrados o en el mejor de los casos hechos esclavos, y otros perecieran abogados. 

Muchas naves se desperdigaría e irían llegando las costas italianas y españolas, mientras que otras, al igual que las galeras se dirigieron en mayor medida a ciudades del norte de África como Orán o Bugía, donde lo haría el propio Carlos junto con Doria. Desde la que partirían hacia España una vez amainado el temporal. En la corte aumentaba la preocupación por Carlos ya que no había ninguna noticia de su estado, pensándose lo peor. Partirían de Bugía a Cartagena haciendo escala en las Baleares.

Las pérdidas fueron cuantiosas, más de 150 embarcaciones y 4.000 hombres, sin haber cifras ciertas ya que no hubo animo de contabilizarlas, más todo el material de guerra allí dejado.

En Argel se celebró la victoria, mandando rápidamente una carta al Sultán Solimán con las noticias. Mientras en España con esta derrota inesperada del Emperador, este daría por concluido su interés en el norte de África, dejando allí un enjambre de piratas y corsarios que siguió por muchos años azotando las costas españolas e italianas, abandonando la política de sus abuelos maternos, los Reyes Católicos de tomar plazas africanas para controlar el Mediterráneo occidental, centrándose más en los problemas continentales de siempre, el protestantismo y Francia.

Después de esta derrota se temía por Túnez donde el tercio viejo de Sicilia tuvo que ir a defender la ciudad.