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Sitio de Metz 1552

  METZ 1552-53

    Carlos se preparó para contraatacar desde la ciudad de Lienz. En España se buscaron fondos para su Rey tanto nobles como clero contribuyeron. El duque de Alba alistó un ejército de 7.000 soldados pagados por él mismo que trajo desde España, transportados por Doria. 
Alba reunido en Milán, partió a Lienz donde le esperaba Carlos. Marcharon a Múnich donde le esperaban las tropas germanas. Carlos nombra al duque de Alba como comandante general de su ejército y parten hacia Metz. En octubre Carlos tuvo de nuevo un ataque de gota que retrasaba la empresa, por lo que se quedó en Thionville, en las cercanías de Metz. Alba impaciente y temeroso de la llegada del invierno se adelantó y llegó a Metz. El duque Alba se encontraba frente a las murallas de Metz con un imponente ejército de 60.000 hombres más otros 12.000 del margrave Brandeburgo Alberto Alcibíades, que haciéndose querer por franceses y españoles, le alió con Carlos por serle más interesante. Carlos se quejaba en carta a su hermana María de tratar con Alberto Alcibíades, pero las necesidades mandaban.
Francisco de Guisa, duque de Lorena
Tenía a su mando un poderoso ejército y más de 100 piezas de artillería. Uno de los más grande creado hasta la fecha. Comenzó a bombardear la ciudad que estaba defendida por el joven duque de Guisa Francisco de Lorena. Este contaba solo con 7.000 hombres de armas. Durante el verano habían hecho acopio de vituallas para resistir un duro asedio, además de reforzar sus defensas. El duque mando despejar los arrabales de la ciudad, reparar la muralla, construir otra detrás, y reforzar los baluartes, algo que sería vital en el devenir de la batalla. El bombardeo comenzó el 31 de octubre. Los bombardeos se centraron en el norte, al no ver avances pasaron al sur, pero tanto las murallas como los defensores no flaqueaban. El 10 de noviembre llegó el Emperador al campamento provocando una subida de ánimos de los soldados. Pero fue efímero, la ciudad estaba muy bien defendida por Francisco de Lorena y sus hombres. Hasta el 24 de octubre no se pudo derribar la muralla. La sorpresa fue que tras esta había otra. El desánimo se apoderó de todos. Había muchos capitanes que no estaban de acuerdo con la estrategia llevada por Alba. Lo que se puso de manifiesto rápidamente es la mala planificación de la expedición, faltaba comida y ropa de abrigo. Las lluvias y el frio llegaron y los soldados comenzaron a enfermar, las epidemias se apoderaron del campamento imperial. Los españoles e italianos que estaban menos preparados para el frio lo sufrieron más. Las muertes y deserciones eran diarias.
De esta manera el 26 de diciembre se decidió abandonar el asedio. Carlos diría “la fortuna es como una mujer, abandona a los viejos y sonríe a los jóvenes”. Se levantó el campamento y el 1 de enero por la noche comenzó la retirada. Alberto Alcibíades y Alba cubrieron la retaguardia. Cuando salieron los franceses sobre el campamento imperial, encontraron multitud de hombres muertos o moribundos. Caballos enfermos abandonados, comida pudriéndose…..una autentica devastación. Francisco de Lorena mandó enterrar a los muertos y cuidar de los heridos y enfermos abandonados, una acción que le honra. 

Este desastre junto al de Argel fueron los más grandes de todo su reinado. Metz junto a Innsbruck fueron dos derrotas que dejaron honda huella en el Emperador y le quitaron la fama de invencible sobre los campos de batalla. Carlos se retiraría a Bruselas donde caería en una honda crisis y depresión. Después del desastre de Metz, Carlos y parte de su ejército se retiraron a Thionville, y posteriormente a Bruselas