GRAVELINAS 1558
Con la derrota francesa de San Quintín, Enrique II montó un nuevo ejército al mando del duque de Guisa para contraatacar en Flandes. Cogieron por sorpresa a los ingleses en Calais y a los españoles en Thionville. Paul de Thermes atacó Dunquerque y de vuelta a Francia fue interceptado por el conde Lamoral de Egmont.
ASALTO DE DUNQUERQUE
Paul de Thermes sería el elegido para atacar desde la costa a todas las posesiones flamencas. Comenzó con retraso debido a la espera de nuevos refuerzos. Así a finales de junio se pusieron en marcha. Su objetivo principal era tomar la ciudad de Gravelinas, que habitualmente estaba pobremente defendida. Pero el duque de Sabaya y Felipe II se habían puesto manos a la obra y estaba reformando todas las plazas, siendo Gravelinas una de ellas. Las ordenes que tenía el general francés era que no perdiesen mucho tiempo en su acciones, ya que la zona francesa había quedado muy despoblada de hombres y armas, y tenían que estar preparados para volver si era necesario rápidamente. Por ello desestimaron poner cerco a Gravelinas que había sido reforzada, dirigiéndose en su lugar a Dunquerque.
En su camino iría en vanguardia la caballería de Villebon seguida de la infantería y artillería con Thermes. La primera población que encontraron fue Mardick, en las cercanías de Dunquerque, que fue tomada por Villebon. Ya junto con Thermes pusieron cerco a Dunquerque. El 3 de julio comenzaron a bombardear la ciudad rompiendo sus murallas en varios tramos. La falta de soldados facilito el acceso a la ciudad, defendida por un puñado de españoles y los habitantes de Dunquerque. Estos últimos sin experiencia militar nada más ver caer su muralla optaron por rendirse. La tropa francesa se dedico a saquear la ciudad. Thermes dejó dos compañías de guarnición. De allí partieron a Bergues, donde la gente se había ido temiendo ser atacada. Saquearon todo lo que pudieron, y como era una plaza de poca importancia para ellos la quemaron. Thermes pensó que era el momento de volver a Calais y se retiraron bordeando la costa.
En su retirada a la altura del río Aa, es informado que hay borgoñeses en zona con formación de batalla entre Gravelinas y Calais, con lo que piensa que le quieren cortar el paso. Los franceses cargados con carros de todo lo robado en su incursión en Flandes, incluido gente adinerada por la que se pediría rescate, les hacia ir mas lentos. Ya el día 12 de julio hubo una escaramuza entre ambos bandos.
El duque de Saboya viendo lo desprotegido que estaba Flandes por la costa, había reclutado un ejército lo más raídamente posible, para defenderse de los franceses que sabia eran unos 10.000 hombres de infantería y 3.000 de caballería, siendo 500 de ellos hombres de armas, más 8 cañones que estaban desolando la costa.
La caballería del conde de Egmont iba a juntarse con los herreruelos, caballería liguera con pistolas del conde Schauburgh. Esta se unirían con monseñor de Binicourt que había sido mandado por Saboya para defender la zona. La infantería alemana de Schwendi y Manuchausen también iría al encuentro de los franceses. Otro factor determinante en esta contraofensiva sería la flota de Luis de Carvajal que se encontraba en la zona, y les cedió a 600 españoles.
Los franceses habían situado su artillería en una loma cerca de Gravelinas, desde donde podían abatir fácilmente a la tropa que quisiera atracarles.
EL CONDE DE EGMONT CARGA CONTRA LOS FRANCESES
Los franceses que se encontraban entre Dunquerque y Gravelinas próximos la rio Aa. Están esperando que baje el mar para cruzar por la playa en dirección a Calais, ya que iban cargados de carruajes con todo lo apresado en su campaña. El dique construido para evitar la subida de la marea les vale como refugio ante un posible ataque de las tropas de Felipe II.
Gravelinas, sala de las batallas del Escorial |
El 13 de julio Egmot, uno de los últimos caballeros medievales, cabalgaría en busca de Thermes con su caballería en la siguiente disposición táctica: en el centro los 1.000 caballos de Paul de Vaux, a la derecha Enrique Enríquez con 400 más 500 herreruelos (caballería ligera con pistolas) y el propio Egmot a la derecha con 400 caballeros ligeros y el apoyo de otros 500 herreruelos. Se lanzó intrépidamente con su caballería, como se hacía antes de la aparición de las armas de fuego. Esta sufriría las descargas de las 8 piezas de artillería enemiga, hasta que choco con la caballería francesa. Lanzó 3 cargas de caballería. En las dos primeras los caballeros franceses los repelieron, retirándose Egmont y refugiándose tras sus 10.000 infantes alemanes, valones y españoles que venían más atrás. De nuevo se organizó y lanzó una tercera carga apoyada por Binicourt con caballería pesada que desarbola a los caballos franceses. La caballería francesa se retira en desbandada del escenario de batalla, en especial la ligera. Muchos de estos acorralados con el río crecido detrás intentan cruzarlo, y otros se rinden.
Conde Egmont |
Egmont manda avanzar a sus 6.000 infantes alemanes de Schwendi y Munchausen, junto con los 500 arcabuceros se Luis de Carvajal, que habían desembarcado anteriormente de la flota vizcaína, por ello es lógico pensar que también esos barcos estuviesen en la batalla. De esta manera la infantería borgoñesa caería sobre la infantería francesa y sus cañones.
La disposición gala es en vanguardia los gascones, seguidos de legionarios y suizos. Los arcabuceros de Carvajal flanquean la izquierda de la infantería francesa por donde estos habían apostados sus carros que usaban como parapeto, atacando la retaguardia de la infantería enemiga, que están siendo masacrada por fuego cruzado de los arcabuceros y los barcos. Ante la superioridad del ejército enemigo que ha vencido también a la caballería, comienzan a huir, salvo los gascones que eran sus mejores hombres, dejando a estos en jaque. Los gascones no pueden hacer mucho ante la superioridad de las fuerzas enemigas y también se baten en retirada. Comenzando como ocurre siempre que un ejército se retira sin orden en una caza por parte de los vencedores. Son masacrados los soldados franceses, otros se ahogan en el mar o intentando pasar el río que había crecido a causa de la subida de la marea. Toda la artillería fue capturada. Los barcos ingleses rescatan a algunos náufragos para llevarlos a Londres como presa de la batalla. Entre los prisioneros se encontraba el propio señor de Thermes herido por arma de fuego, junto a los nobles que participaron en la batalla. Los escapados a través del río no tuvieron mucha suerte. Fueron buscados por los habitantes de la zona que habían saqueado siendo matados sin compasión.
Con esta aplastante derrota francesa podía plantearse seguir hasta Calais. Pero Egmont no lo estimó oportuno. Hay varias teorías para justificar esta decisión. Una es la poca artillería de la que se disponía, para atacar una plaza fortificada como Calais, pero escasa de efectivos. Se necesitaría el apoyo naval inglés pero posiblemente no sería cedido temiendo por estos que el ejército de Felipe II de tomar Calais se la quedase. Otra opción que apunta Pedro de Navarra en su relato de los hechos, es que debido al gran botín capturado a los franceses de todos los saqueos perpetrados por estos en su incursión en Flandes y Calais, era difícil imponer disciplina para acometer esta empresa. Hay que tener en cuenta que los soldados del ejército francés eran multinacionales como en el español, y tanto los alemanes y suizos al servicio de Francia llevaban consigo los bagajes obtenidos desde la toma de Calais el año anterior. El propio Thermes en una carta al duque de Guisa ya le apunta que el exceso de bagajes entorpecía el andar del ejército.
Además Felipe II en primera instancia recriminó a Egmont que atacase sin consultarlo con Saboya, mandando que se reuniese con él. De todas formas los franceses pronto reforzaron Calais. El duque de Aumale una semana después de la batalla de Gravelinas entró en Calais con refuerzos.
Con esta nueva derrota de Enrique II quedaba Francia a la defensiva, ya que había visto como perdía íntegramente a dos ejércitos seguidos.