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La Jornada de Túnez 1535

 TÚNEZ 1535

    En 1534 los turcos de la mano de Barbarroja, financiado este por Solimán, toman la ciudad de Túnez destronando a Muley Hassan. Siendo esta una nueva base para la piratería en el Mediterráneo occidental. Ante este escenario Carlos I crea una flota para expulsarlos.

El terror que estaba asechando la costa Mediterránea española, junto con  Baleares, toda  Italia, el Adriático, Grecia y Malta en especial, era causa directa de la piratería musulmana y turca. Su  activo más importante era Barbarroja que con su poderosa flota atacaba las ciudades costeras, se adentraba y las saqueaba, raptaba sus habitantes que luego serian vendidos como esclavos en los puertos del norte de África. Muchos pueblos costeros se abandonaron o penetraron más hacia el interior buscando protección. El tráfico marítimo también era asaltado lo que llevaba a la carestía de los productos que se movían por esta vía.

Crecía el temor a que los otomanos fortificaran Túnez y tuviesen otra base más para atacar las costas españolas y principalmente las italianas. Con lo cual Carlos decide tomar la ciudad en lo que se conocerá como la jornada de Túnez.  Contará con una formidable escuadra formada por la coalición de multitud de estados, salvo Francia como era de esperar, ya que se había convertido en aliado de Solimán para socavar el poder de Carlos.

La financiación de la que sería la mayor flota hasta la fecha nunca formada, vendría de la mano de Pizarro y el 1,2 millones de Ducados que envió a España con la invasión del imperio Inca.

Carlos I al fondo pasando revista a las tropas
en Barcelona
En Castilla se apostaba mas por la toma de Argel que era la ciudad donde se encontraban la base pirata más peligrosa para sus intereses, pero este reino no podía dar la espalda a su rey y mandaría Álvaro de Bazán “el Viejo” almirante de castilla con sus 15 galeras  y más de cien embarcaciones de todos los tipos desde Málaga hasta Barcelona donde se encontraba Carlos. También se reuniría la escuadra del Cantábrico y Luis de Portugal con un galeón y 20 carabelas.

La otra parte de la flota partiría desde Italia con las más de treinta galeras genovesas, casi todas de la flota de Andrea Doria, que recogería 12 galeras cedidas por el papa Paulo III, las 6 galeras del virrey de Nápoles García Álvarez de Toledo y Osorio, las de Hernando de Alarcón y los príncipes de Salerno y Bisignano, que entre todas sumaban 34. También había que contar con las 4 embarcaciones procedentes de Malta. Todas se juntaron en Cagliari. Más de 300 embarcaciones de todos los tipos y 30.000 soldados compuestos por reclutas españoles más, 4.000 tercios de Italia, 7.000 alemanes y 8.000 italianos, 2.000 jinetes y 800 hombres de armas. Una formidable fuerza que necesitaría de muchas armas y vituallas pagadas con el oro Inca.

Llegando a Cartago avistan y apresan dos goletas francesas que llevaban información a Barbarroja de la flota invasora que llegaría a Túnez. El 14 de junio desembarcarían en Cartago donde se estableció su cuartel general desde el cual atacarían la Goleta. Esta es una isla que esta frente a Túnez y su fortaleza Halq al-Wadi repleta de cañones es la mayor defensa de la ciudad. Barbarroja avisado de la flota invasora que se había preparado dejó en la Goleta unos 5.000 jenízaros y artillería de grueso calibre para protegerla y se traslado a Túnez.

Asedio a la Goleta

El 20 de junio se inició el asedio a la fortaleza de la Goleta. La escuadra bien dirigida por Andrea Doria bombardea las posiciones otomanas desde el mar, seguidamente Alfonso de Avalos, marqués del Vasto dirigirá el ataque por tierra de la fortaleza. Carlos recibió ayuda de musulmanes afines a él y Muley Hassan para expulsar a los turcos. La lucha fue dura, el calor hacia mella en todos los soldados, el agua escaseaba, pero a las 4 de la tarde del 14 de julio la Goleta caería en manos cristianas. Pocos fueron los supervivientes de aquella batalla en la que los tintes religiosos la hicieron aun más despiadada. Álvarez de Toledo y Bazán evitaron que los soldados matasen a todos los musulmanes, con el fin de que quedaran algunos supervivientes. Los soldados se tirarían al suelo totalmente extenuados por la fatiga y el intenso calor que les azotaba, era pleno verano africano. En su puerto se capturaron numerosos barcos entre ellos 40 galeras. Y en la fortaleza 300 cañones, muchos de ellos de origen francés lo que venía a refrendar el apoyo dado al imperio turco.

Había con continuo ir y venir de naves desde Túnez hasta España y Sicilia para traer vituallas y evacuar a los heridos. Algo que fue fundamental para que el recio calor del verano no menguara la formidable fuerza e combate cristiana.

Toma de la Goleta

Conquista de Túnez

Una vez tomada la Goleta, nada impediría a Carlos dirigirse a la ciudad de Túnez. En las afueras de la ciudad se desencadenaría la batalla final. Los tercios viejos serian la vanguardia, como siempre, seguidos de la infantería al mando de duque de Alba. Los cristianos eran cerca de 30.000 hombres ávidos de sangre infiel y  riquezas que se escondían en Túnez, frente a más del doble de musulmanes que les harían frente. Pero en tierra la maquinaria de los tercios en esa época era poco menos que imbatible. Para desgracia otomana, en la alcazaba de Túnez los cristianos encerrados, unos 5.000 sabedores de que el ejército de Carlos estaba cerca se habían amotinado y lograron escapar y enfrentarse a los musulmanes por la retaguardia, con lo que fueron pillados entre dos fuegos.

Saqueo de Túnez
Esto hizo que Barbarroja embarcase parte de su ejército y partiera velozmente hacia Argel antes de caer prisionero. 15 galeras comandadas por Joanetín Doria, sobrino de Andrea salieron tras él, pero al llegar a Bona en Argelia vieron que había otras 15 galeras otomanas además de un baluarte defendido con artillería con lo que decidieron no presentar batalla, perdiendo una grandísima oportunidad de apresar al temible pirata.  El 21 de julio se tomaría la ciudad. Unos 20.000 prisioneros cristianos serian librados. Y como era de esperar la ciudad fue saqueada brutalmente por sus captores. Carlos propuso seguir hasta Argel, pero fue desaconsejado de esa empresa por temor a que en esas fechas pudiese estar el mar muy  revuelto.

La victoria fue total de los ejércitos de Calos V, fue la primera campaña que dirigió personalmente y aumento aun más su fama. Se había hecho acompañar de los historiadores Antonio Guevara y Juan Ginés de Sepúlveda, que junto a su pintor de cámara Jan Vermeyen y sus 12 tapices, dejarían testimonio de la batalla librada. Actualmente se puede ver una copia mandada hacer por Felipe V en los Reales Alcázares de Sevilla.

Carlos volvería a poner al frente de Túnez a Muley Hassan, que seguiría hasta 1.550 cuando fue derrocado por sus hijos, marchando con el emperador a Alemania. En toda Italia se celebró la victoria, ese era el puerto principal desde donde se acosaban sus costas. De esta manera entraría trianualmente en Italia, las ciudades de Nápoles y Roma se rindieron ante él como si fuese el nuevo Escipión victorioso en Cartago.

En venganza Barbarroja atacaría Mahón el 1 de septiembre, y la saquearía durante 5 días.