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Carlos V contra la liga Esmalcalda

CARLOS V FRENTE A LOS PROTESTANTES

    El Sacro Imperio Romano Germánico estaba fracturado. Por un lado estaba la liga Esmalcalda aglutinado a los protestantes, y por el otro lado Carlos V con el apoyo de los católicos y algunos protestantes. Con la muerte de Clemente VII en 1534 le sucedería Paulo III, que si era más receptivo a realizar un concilio, el instrumento que Carlos creía necesario para atajar el problema religioso. Pero ya era demasiado tarde, se habían perdido muchos años y a los protestantes eso no les bastaba.

Paulo III accedió a realizar un concilio. Los protestantes pedían que fuese en Alemania para que no tuviese la influencia directa de Roma y el Papa en Italia. Se barajaron varias sedes todas en Italia como Matua o Vicenza, pero no se llegaba a un acuerdo y por una u otra cosa no llegaba a arrancar el concilio. Tampoco ayudaba la guerra entre Carlos y Francisco que impedía que sus representantes acudiesen al concilio.

Los protestantes mientras pasaba todo este tiempo lograron sacar de Carlos y Fernando que andaban en contiendas, la suspensión de toda actuación en su contra de los protestantes, hasta que los teólogos se reuniesen y tratasen los temas que los separaban en aras de una reconciliación.

RATISBONA 1541

En 1541 por fin se reunieron en Worms los teólogos de ambas partes para tratar el tema religioso. Pero Carlos que iba ha abrir la dieta de Ratisbona les ordenó que abandonasen Worms en favor de Ratisbona ante su presencia para seguir con las conversaciones. Estas conversaciones son conocidas como el Coloquio de Ratisbona.

Se designaron tres teólogos por cada una de las partes. Las deliberaciones fueron en base a un documento conocido como el libro de Ratisbona redactado principalmente por Gropper. En algunos temas, como el pecado original fue aprobado sin problemas, otros más controvertidos como la justificación también hubo acuerdo. Pero cuando se tocaron los temas de la jerarquía eclesiástica y la autoridad de la iglesia no hubo acuerdo. Sobre los artículos que había un principio de acuerdo debían ser ratificado de un lado por Lutero y del otro por la el Papa. Y ninguno de estos estaban por la labor.

En la asamblea se presentó el rey de Romanos, Fernando, confirmando los temores de invasión de Hungría por parte de los turcos. Esto provocó la unión del Imperio y la prestación de ayuda a Fernando tanto en hombres como en dinero. A Carlos no le quedaba otra que mantener la Paz de Núremberg, y que las conclusiones del coloquio fueran presentadas en el futuro concilio. Carlos sabía que no podía en ese momento mostrarse duro en Ratisbona. Los turcos entraban en conflicto y en Francia sonaban tambores de guerra. 

Pero en la práctica los ciudadanos no era libres de elegir entre la religión católica y la protestante, ya lo hacían sus señores o príncipes en su dominios. A los protestantes si les valía para expropiarle tierras a la iglesia, que en definitiva era lo que perseguían, tener ellos más poder y menos Roma y el Emperador, de esto iba la reforma, y muy de lejos por los problema teológico que denunciase Lutero, que fue su mejor siervo.

Seguidamente Carlos se prepararía para otro frente, Argel, de esta manera desviaría la atención de los turcos que se asomaban a Europa. Pero las inclemencias del tiempo y la falta de preparativos llevarían esta empresa al fracaso más estrepitoso.

DIETA DE SPIRA 1544

Reunida en febrero de 1544, Carlos pide ayuda económica y militar frente a la guerra que mantenía con Francisco I que contaba con el apoyo de Solimán. Los príncipes alemanes tanto católicos como protestantes, le dieron su apoyo para formar un ejército que atacase tanto a franceses como a turcos. Contó también con la ayuda de los integrantes de la liga de Esmalcalda, con la que simpatizaba Francisco I.

Respecto al tema religioso Carlos se mostró más neutral, dijo que no se podía imponer nada por motivos de fe, con lo que seguían quedando en suspenso las medidas frente a los protestantes hasta que se produjese un concilio.

El acercamiento de Paulo III a Francisco, había resquebrajado las relaciones entre Carlos y el Papa, que se mostró muy crÍtico ante las resoluciones de esta asamblea de Spira.

DIETA DE WORMS 1545

Fue presidida por Fernando, ante la gota acuciante de Carlos, tras la paz de Crépy que ponía fin a la cuarta guerra entre Carlos y Francisco. 

En esta fue notoria la negativa de los partidarios de Lutero que no querían someterse a los dictámenes de un concilio, en la que debían de solucionarse todos los motivos de fe, ya que provendría del Papa. A los protestantes ya solo les bastaba que se mantuviesen las anteriores resoluciones de la Dieta en la que se eliminaban todo tipo de sanciones contra los practicantes del protestantismo. De lo contrario no aceptarían la clausula de tratado de Crépy en la que debían de aunar fuerzas contra en imperio Turco.

CONCILIO DE TRENTO 1545-1563

Por fin se convocó el ansiado concilio de la iglesia que estaba resquebrajada desde la Dieta de Worms en la que Lutero expuso sus tesis. El poder y la independencia alcanzada en casi un cuarto de siglo por los partidarios de Esmalcalda difícilmente tenía ya solución. No les bastaba ya un concilio, ellos eran de facto una parte escindida de la iglesia católica. Lutero era su excusa para una independencia de Roma y del Emperador si no acataba sus ideas.

Los protestantes presionaron para que el concilio fuese en una ciudad del Imperio. Paulo III designó a Trento, que siendo ciudad imperial, no estaba en el núcleo de Alemania y no fue bien recibida.

El Papa no quería teólogos protestantes pero ante la presión del Emperador accedió a ello. Carlos y muchos obispos querían empezar por los abusos del clero y costumbres pero el Papa quiso hacerlos por los asuntos de fe, para así quitar a los luteranos el pretexto por el que se habían separado de la iglesia católica. Los protestantes sabiendo que corrían el riesgo de ser condenado por el concilio, decidieron no reconocerlo, ya que el Emperador si lo haría y esta vez ejecutaría sus decisiones por las armas si era necesario.

Los componentes de la liga de Esmalcalda se reunieron en Fráncfort sin llegar a un acuerdo de cómo actuar frente al concilio. Unos pedían aliarse con Francia o Inglaterra, como el landgrave de Hesse que mantenían diferencias personales con el elector de Sajonia, que solo quería ayuda de piases que practicasen la religión protestantes. Entretanto llegaría la noticia del fallecimiento repentino de Lutero en 1546. El creador del movimiento y un hombre totalmente firme y creedor de sus palabras.

DIETA DE RATISBONA 1546

La Dieta Imperial de Ratisbona sería el punto de inflexión entre católicos  protestantes. Los partidarios de Esmalcalda no reconocían el concilio de Trento. No querían arriesgarse a verse limitados por las decisiones que se adoptasen en Trento. Lo indulgente que había sido Carlos con ellos desde la famosa Dieta de Worms en la que participó Lutero, debido a que habían sido años de largas guerras contra Francia y el Imperio Turco principalmente, en las que tuvo que ceder ante los protestantes para poder obtener dinero y hombres con los que sufragarlas. Pero tras la paz de Crépy y un alto el fuego con Turquía, quedaba con las manos libres para atajar el problema religioso del Imperio.

Por lo tanto Carlos en la dieta preguntó qué hacer para unificar la fe en Alemania ante una asamblea dominada por católicos. La respuesta era lógica, reconocer la resolución del Concilio de Trento para resolver las cuestiones religiosas. En contra los protestantes pusieron su oferta que no era otra que la de un concilio nacional con igual número de representantes. Esta propuesta sería rechazada por el Emperador. Estas discrepancias ya insalvables entre ellos presagiaban un enfrentamiento bélico ineludible. 

Carlos se reunió con un cardenal del Papa para mostrarle su posición. Y ante el devenir de los acontecimientos comenzó a preparar un ejército. Los representantes protestantes le replicaron el porqué de ese ejército y Carlos dijo que era para la tranquilidad del Imperio y para hacer justicia castigando a algunos rebeldes. Que quien quisiere podía ser su amigo y servidor sin temor alguno. Esto fue como una sentencia de guerra.

PREPARATIVOS PARA LA GUERRA CONTRA LA LIGA ESMALCALDA

LA CAMPAÑA DEL DANUBIO 1546

En la entrevista que tuvo Carlos con el papa Paulo III, se comprometió a levantar un ejército para que se respetasen los acuerdos del concilio. Por su parte el papa aportaría 12.000 soldados y 500 caballeros por un año más diversas rentas entre las cuales estaban las de la iglesia en España y otros bienes. Expediría una bula de indulgencia contra los que tomaran parte frente a los herejes. La guerra parecía ya inevitable, todos los implicados tenían razones de sobra para ello:

  • Protestantes. Era el momento, tenían un potente ejército y no querían acatar la decisión que se tomase en Trento, querían una independencia religiosa y separarse del Papa, quitándole sus rentas y tierras, además de socavar la influencia del Emperador en sus territorios.
  • El Emperador. Tras la paz de Crépy y la tregua con Solimán, tenía las manos libres para atajar un problema que venía desde la dieta de Worms en 1521.
  • El Papa. Había perdido su influencia en el Imperio, menos rentas, menos tierras y menos devotos.
  • Francia. Después del desgate de la guerra contra Carlos y Enrique VIII, le convenía que su archienemigo se desgastase en Alemania.
Juan Federico I, elector de Sajonia
Los protestantes ante las actuaciones de Carlos se reúnen en la ciudad de Ulm. Buscan alianzas en Venecia, pero no obtienen ni siguiera crédito de sus bancos. Suiza se declara neutral. Francisco no quiere iniciar otro conflicto con Carlos y Enrique VIII solo participa si él era la cabeza de la liga, con lo que no obtienen apoyo exterior.
Pero la fuerza de los protestantes en mucha, y lograron reclutar a muchos hombres, más los que llegaron después de la paz entre Francia e Inglaterra, consiguiendo 60.000 hombres, 15.000 caballos y veinte piezas de artillería. Los participantes de la liga serian Juan Federico de Sajonia y Felipe de Hesse como sus líderes, más otros como el duque de Wiltembergpríncipe de Anhalt, y ciudades como la de Augsburgo, Ulm y Estrasburgo. Las hostilidades comenzarán con la toma del Obispado de Augsburgo en Suavia. Debido a su posición estratégica tienen pretensiones de tomar también el Tirol para evitar la entrada de tropas procedentes de Italia.
Mientras tanto, Carlos no tildaba este conflicto aun como de guerra de religión, sino político, con lo cual pudo atraerse algunos protestantes que estuvieron de su lado, como Juan Alberto de Brandeburgo, o Mauricio duque de Sajonia, al que según parece se le ofreció el electorado de Sajonia como recompensa por participar en favor del Emperador. El 20 de julio de 1546 declaró un interdicto imperial contra el elector de Sajonia y el landgrave de Hesse. Con lo cual deben ser perseguidos y juzgados.

Carlos tenía un tremendo problema y era que se encontraba en Ratisbona, ciudad protestante, y la mayor parte de sus tropas estaban fuera de Alemania con lo que era muy difícil poder reunirlas.
La ciudad de Augsburgo declarada luterana mandó su ejército comandado por Sebastián Schertel a tomar las fortalezas del Tirol por donde vendrían los italianos del Papa mandados por Octavio Farnesio. Estaban incluso cerca de tomar Insbruck cuando torpemente Juan Federico les llamó y se retiraron, con lo que 12.000 italianos entraron por los Alpes, más el tercio de Nápoles y Lombardía.

La liga Esmalcalda tenía el problema de tener dos jefes, Juan Federico y Felipe de Hesse, que tenía sus diferencias y entorpecían las decisiones, lejos de esta bicefalia, Carlos infundía respeto y confianza en los suyos.

Felipe de Hesse
Los italianos llegaron en agosto a la ciudad de Landshut en Baviera. Carlos se traslado de Ratisbona a Ingolstadt, que era católica donde formó su campamento atrincherándose ante la desventaja de efectivos respecto a la liga, que los bombardeo sin causar mucho daño. La liga viendo la incorporación de refuerzos para los imperiales abandonaron el campamento. Con la llegada de más de 10.000 flamencos del conde de Buren en septiembre, más el tercio de Hungría Carlos contaba ya con un notable ejército de 50.000 hombres con los que hacer frente a los coaligados, con lo cual levantó el campamento de Ingolstadt. El Emperador tomaría la iniciativa, con el duque de Alba como general de su ejercito conquistando ciudades entorno al río Danubio como Neubourg, Dillingen, Donawert o Nordlinga, mediante escaramuzas y pequeños combates. La liga ante el empuje de Carlos intentó llegar a la paz salvaguardando sus logros en cuestiones religiosas. Pero la respuesta de Carlos fue que primero tenía que acabar con la rebelión. Solo admitía que entregasen sus armas y dominios. Él insistía en que se trataba de una rebelión más que un problema de religión. Así se evitaba el confrontarse con muchos estados protestantes, que se declararon neutrales e incluso como el duque de Sajonia que decía ser vasallo del Emperador. Otros también se pasaron al lado imperial como el duque de Württemberg y el elector del Palatinado.

Con la declaración de proscritos tanto del landgrave de Hesse como del elector de Sajonia, Mauricio duque de Sajonia primo de Juan Federico del electorado y yerno de Felipe de Hesse, acatando la orden del Emperador y entró en el electorado de Sajonia para tomarlo. Entretanto Fernando rey de Romanos sería en que desde sus territorios de Bohemia iniciaría la guerra atacando a Juna Federico. Este siendo acosado por dos frentes no pudo más que huir. Juan Federico tuvo que acudir a la liga para hacerse con parte de las tropas para defender su territorio, mientras el resto del ejército de la liga volvió a sus tierras por temor a que Carlos les atacase, con lo que todo el sur de Alemania quedaría en manos de los imperiales. Carlos le impondría multa a ciudades como Ulm, Fráncfort para recaudar dinero y poder mantener a su ejército.

Con la llegada del invierno el Papa retiró su ejército ya que según este, Carlos no lo usaba para mantener el catolicismo sino en su beneficio, para someter a los rebeldes y tomar ciudades alemanas, sin que el Papa obtuviese ni tierras ni dinero de las multas que ponía a las ciudades rebeldes. Esto produjo un enorme disgusto con Carlos. 

Juan Federico estaba reconquistando su territorio con las tropas de la liga, con lo que Carlos mandaría al marqués de Brandeburgo con 3.000 hombres para socorrer a Mauricio que estaba siendo hostigado por su primo. Juan Federico vencería a estos y de haber sido más eficaz podía haber hecho prisionero a Mauricio. Con los rigores del invierno ambas partes se mantendrían inactivas hasta la próxima primavera.

LA CAMPAÑA DEL ELBA 1547

Con la llegada del invierno los dos ejércitos se guarecieron por los rigores climáticos, hasta que en marzo Fernando I con sus bohemios va reunirse con su hermano Carlos. Federico se desplazó a Bohemia que era protestante pero al encontrarse con las tropas imperiales se volvió.
Felipe de Hesse aun creé posible la paz, y en marzo los protestantes eran conscientes de que pasados unos meses podrían reunir más tropas. Por parte del Emperador además de su hermano Fernando, también cuenta con Mauricio de Sajonia y el marqués Alberto de Brandemburgo. Juan Federico atacó las tropas de Alberto que salieron a la lucha en campo abierto en lugar de haberse atrincherado. La derrota de Alberto fue total cayendo prisionero de Juan Federico.

Pero el Emperador no está ya en esos términos, después de tener las manos libres, con la firma de la paz con Francia y Turquía, piensa que es hora de atajar el conflicto del Imperio, que no era religioso, sino político y de intereses de los príncipes alemanes que querían más poder y desligarse del Papa y el Emperador. Carlos fue muy hábil al no tildar el conflicto de religioso sino de una rebelión, que es lo que era, con el trasfondo religioso como escapatoria. Por lo tanto Carlos rechaza esas conversaciones de paz y va en busca de los ejércitos rebeldes que están a la otra orilla del Elba. Juan Federico primero acampa en la ciudad de Meissen y luego se dirige a la pequeña villa de Mühlberg, destruyendo los puentes del Elba para no ser atacados por los imperiales, algo que nunca es un buen presagio.